Montejiqueños en el Albayzin
31.01.2015 17:1116.04.2014 20:22
Ha tenido que transcurrir medio siglo para que el encuentro se produzca. Ha ocurrido en un emblemático lugar de Granada, en el centro neurálgico del Albayzin, en Plaza Larga, y cuando los protagonistas tenemos escrita la mayor parte de la historia de su vida,
Nos hemos encontrado y saludado con entusiasmo, con naturalidad. Como si no hubieran transcurrido los años y nos encontráramos en alguna de aquellas reuniones que protagonizábamos cuando éramos mozalbetes, sentados en los escalones de la plaza de Montejicar; el pueblo que nos vio nacer. Uno, de Beneroso, el otro, de Triana y el más joven (lo que le condiciona a aparecer en tercer lugar) en la Calle de la Iglesia, justo debajo de la campana gorda, la que estoy seguro en más de una ocasión le soliviantó el descanso al ser golpeada por el badajo para marcar la hora. Gracias a él, se ha producido el encuentro; pero no ha tenido que insistir, nada más pronunciarse, se lo aceptamos.
Tras el encuentro, charlamos, pero lo hicimos palpándanos; ora, posando la mano en el brazo del otro, ora sobre el hombro, para cerciorarnos de que el encuentro era real.
Comenzamos a caminar ¡yo que se por donde! Callejuelas, rincones, recovecos... Íbamos despacio sin importarnos lo que ocurría a nuestro alrededor. No más de diez pasos andados, cuando nos volvíamos a parar; hablando, recordando, contando anécdotas. Melancólicos por el recuerdo, jubilosos por el momento; perdidos por las estrechas y pintorescas calle albayzineras, en el momento en que la tarde se apagaba y la noche se encendía. Montejicar, Albayzin: dos pasiones fundidas. Aquella en nuestra niñez. Esta, en el momento.
Vereda de Enmedio, transición de culturas: morisca, judía, gitana... Abajo, el valle. Valle del río Darro que elevas la fresca brisa humedecida de pura fuente de vida. Se expande por las laderas: laderas del Sacromonte, de la Sabika.
Vereda de espectacular belleza. Para extasiarse y soñar, ¡que digo! Para quedar despierto y mirar, mirar las murallas, las torres de los palacios, de los palacios nazarí; de los que por su celosías se filtran fantasmagóricos ecos del muecín. ¡Ay de mi Alhambra...!
La cueva de Chorrojumo no pasó desapercibida, allí posamos nos fotografiamos, en la puerta de aquel modesto habitáculo en donde aliviara el cansancio de no hacer nada el Príncipe de los gitanos. Estepersonaje andaba merodeando por la Alhambra, en torno a la Puerta de la Justicia y de las Granadas, y con el frío, buscaba sus propinas en Puerta Real.
Unos pasos más, solo unos pasos más y desde el mirador, el éxtasis es total. Desde enfrente, la torre de Comares atenta vigila. Por los balcones del Salón de Embajadores, los leones del patio, se dejan vislumbrar ¿Estoy soñando? No. Estoy en Granada, en el Sacromonte, en el Albayzin, en donde el tiempo se para y el sueño se hace realidad.
El trayecto termino en aquel bello lugar con un chato de vino, y digo chato, porque Pepe, gitano cabal y de buen porte, así nos lo sirvió, en un baso lleno hasta el borde y acompañado de una concha de caretos, un buen trozo de morcilla y una cuña de pan.
Invitó la casa y de propina nos inmortalizó.
Los protagonistas:
Moisés Manuel Hita Molina "Manolo Hita" (Pepe el del chiringuito era conocido suyo)
Juan Mª Nicolás Navarro "Juan el de Triana" (Se quedó sin pilas para la cámara)
Isidro Domingo Valverde "Isidro el de Amador" (Las fotos son suyas)
Montejiqueños que llevan su pueblo en el corazón.
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